martes, 3 de febrero de 2009

Se Dice De Mi - Tita Merello Icono de Febrero







Fue una artista como pocas, una verdadera Diva, en tiempos en que nuestro país las tenía. Amada y odiada por muchos, y hasta ridiculizada en mediocres imitaciones de humoristas y transformistas. A más de un siglo de su nacimiento, ver sus películas o escuchar sus canciones, es poner en práctica no solo la memoria, sino también la sensibilidad.
Si para muchos Carlos Gardel es “El morocho del Abasto”, Tita Merello es con justicia, nuestra “Morocha argentina”. Rey y reina de un mismo universo.


El tango es sin dudas el máximo exponente de la música ciudadana y uno de los mayores símbolos con que se conoce la cultura argentina en el mundo. Su origen tiene como fecha incierta las últimas décadas del siglo XIX, y en su ADN se encuentra la influencia foránea de: polcas, habaneras, valses y mazurcas, ritmos traídos desde afuera por los inmigrantes europeos.

El arrabal, fue el escenario en donde las lacras sociales y marginados de la época como: guapos, compadritos, malandras, trabajadores y mujeres de “mala vida”, pululaban y daban vida a las historias que luego servirían de inspiración para ilustrar las letras de algunos tangos.
En un comienzo, fueron estos mismos marginales quienes adoptaron el nuevo ritmo que luego se popularizó en los “piringundines” suburbanos, y que tiempo más tarde también adoptarían los “niños bien” o “cajetillas”, y se bailaría en los refinados cabaret del centro porteño como el Casino Pigalli, que se ubicaba en la calle Maipú 340.

Las primeras composiciones de tango tenían una instrumentación pobre y muy básica compuesta por guitarra, violín y flauta. Pero fue la introducción del bandoneón lo que le aportó a este ritmo de 2x4 su sonido definitivo y que hoy reconocemos. Y se nombra a Ángel Villoldo, autor de “El Choclo”, como uno de los pioneros en incorporar este instrumento en las primeras precarias orquestas.

Fue en la década del ´20 cuando las mujeres comienzan tímidamente a tener su espacio dentro del mundo machista del tango. Primero fueron las orquestas de señoritas, luego las bataclanas, y finalmente las cantantes de tango.
La primera mujer bandoneonísta fue Paquita Bernardo, quien supo ser directora de su propia orquesta. Otra influyente artista fue Azucena Maizani, quien le aportó dramatismo a la interpretación femenina. Pero la voz aguda de Libertad Lamarque fue una marca registrada, inconfundible e influyente en la forma de cantar el tango que marcaría una escuela. Basta escuchar su versión de “Besos brujos”. Su glamour y talento la llevaron a protagonizar “Tango”, la primera película sonora del cine mundial. Comenzando así una larga carrera como actriz en la cual grabaría decenas de films.
Y si a la Lamarque le tocó ser el azúcar del tango, fue Tita Merello a quien le correspondió con justicia condimentar con pimienta y sal esos tangos reos que como nadie supo interpretar con gracia y talento. Su estilo mordaz la diferenció de entre todas las cantantes que le siguieron en las generaciones posteriores, pero ninguna pudo alcanzar o igualar su estilo reo.

Nació en Buenos Aires el 11 de octubre de 1904, y de niña fue criada en un convento por unas monjas que hacían caridad. Su condición de pobreza la obligo a trabajar desde muy temprana edad y fue de este modo que conoció el mundo suburbano. Su condición marginal hizo que no tuviera educación escolar, pero esto no fue un obstáculo para que quisiera superarse. Aprendió a leer y a escribir ya de adolescente, y esto le sirvió para dar sus primeros pasos en el espectáculo.
Su primer trabajo fue como corista en el “Teatro Bataclán”, un teatrito de mala muerte que quedaba cercano al puerto de Buenos Aires, un antro destinado a vedettes de segunda relegadas casi a la prostitución. Es allí donde comenzó a escribirse su leyenda, y se ganó el apodo de La vedette rea.







Su primera participación en un disco fue en 1927, para el sello Odeón, con dos tangos: Te acordás reo (de Emilio Fresedo) y Volvé mi negra (de José María Rizutti y letra de Fernando Díaz Gómez). En 1929 graba para la RCA Victor otros 20 temas más entre los que se incluían Tata ievame p’al centro, Che peipinito y Te has comprado un automóvil. Por esos días ya no actúa más en el Teatro Bataclán, sino en el teatro Maipo.

En 1933 comienza su carrera como actriz en un papel secundario en la película Tango, junto a Libertad Lamarque, Azucena Maizani, y Mercedes Simone. Pero fue su actuación en la La fuga (1937) el que la reveló como una verdadera actriz dramática. Este film fue tan solo el comienzo de una larga carrera que la llevaría a rodar más de cuarenta películas a lo largo de su vida, entre ellas: Morir en su ley, Filomena Maturano (del actor y dramaturgo italiano Eduardo De Fillipo), Los isleros, Arrabalera, Pasó en mi barrio, Guacho, Para vestir santos, Amorina, Mercado de Abasto y La Madre María entre otras.

En los años cincuenta vuelve a los estudios de grabación para registrar varios discos, logrando así su consagración como cantante de la mano de Francisco Canaro. Y graba varios discos como: El choclo, Se dice de mi, Arrabalera, Niño bien y Pipistrela. En las dos décadas siguientes grabaría varios temas con las orquestas de Héctor Stamponi, Carlos Figari y Héctor Varela. Por esos días, su relación con los militares no es de lo mejor, lo que la obliga a Tita a llevar sus actuaciones al interior del país cantando “casi a escondidas”.

Su vida amorosa fue algo de lo cual fue muy celosa y hermética, y de lo cual no gustaba hacer pública. Pero quienes la conocieron de cerca afirman que su gran amor fue el actor cómico Luis Sandrini, con quien mantuvo una turbulenta relación amorosa, y que luego de su ruptura, Tita no quiso volver a estar en pareja con nadie.

En los años 80 su carrera se orientó hacia la radio y la televisión. En TV hacía su columna en el programa ómnibus Sábados de la bondad, que conducía Leonardo Simons. Y en radio, conducía por las noches su programa en radio Splendid, el programa radial era un recorrido por su vida, charlas telefónicas con los oyentes y entrevistas a otras celebridades invitadas.

Tita Merello vivió sus últimos días en la Fundación Favaloro, ya que era muy amiga del cardiocirujano y a quien había operado. Informarle del suicidio del Dr. René Favaloro en su despacho, cuentan que fue una tarea muy complicada.

Si ese maravilloso emprendimiento que se llamó Café de los Maestros, y que se encargó de armar un verdadero seleccionado de los Grandes del Tango, como: Mariano Mores, Lágrima Ríos, entre otros. Se hubiera realizado una década atrás, seguramente hubiese tenido a Tita entre sus filas rindiéndole un justísimo homenaje.

En la víspera de la Navidad 2002, a los 98 años de edad, nos abandonada la máxima estrella femenina del tango. Se iba a su espacio en el firmamento, un firmamento que se había ganado hacía mucho tiempo atrás. Se iba nuestra Bette Davis, nuestra María Felix, nuestra Lola Flores, nuestra Madonna del tango. Nuestra morocha argentina.

El homenaje más importante que le rindió el cine nacional a Tita, fue bautizar con su nombre el mayor complejo cinematográfico destinado a la producción local. Un multicine ubicado en Suipacha 123, casi esquina Corrientes.

Sus grandes películas:

1935 - Noches de Buenos Aires
1937 – Así es el tango
1942 – Ceniza al viento
1949 – Don Juan Tenorio
1951 – Los isleros
1952 – Deshonra
1956 – La morocha
1964 – Los evadidos
1974 – La Madre María

más info:

Damas y milongueras del tango
Estela Dos Santos – Editorial Corregir












http://www.youtube.com/watch?v=mfBW66KSSVQ

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